Los dos más dulces esposos, los dos más tiernos amantes, los mejores Madre y Hijo, porque son Cristo y su Madre, tiernamente se despiden, […] […] «Hijo —le dice la Virgen—, […] […] A morir vais, Hijo mío, por el hombre que os criasteis, que ofensas hechas a Dios solo Dios las satisface. […] […] Dejadme, dulce Jesús, que mil veces os abrace porque me deis fortaleza que a tantos dolores baste. Para llevaros a Egipto hubo quien me acompañase, mas para quedar sin Vos ¿quién dejáis que me acompañe?[…] […] Vuestra cruz llevo en mis hombros y no hay pasar adelante, porque os imagino en ella, y aunque soy vuestra, soy Madre.»[…] Mirando Cristo en María las lágrimas venerables, […] […] responde palabras tales:
«Dulcísima Madre mía, […] […] Con Vos quedo, aunque me voy, […] […] Madre, yo voy a morir, porque ya mi Eterno Padre tiene dada esta sentencia, contra mí, que soy su imagen. […] […] quiere que muera su Hijo: obedecerle es amarle. Para morir he nacido, Él ordenó que bajase de sus entrañas paternas a las vuestras virginales. Con humildad y obediencia hasta la muerte ha de hallarme; la Cruz me espera, Señora, consuéleos Dios, abrazadme». Contempla a Cristo y María, alma, en tantas soledades, que ella se queda sin Hijo y que Él sin Madre se parte.[…]
Lope de Vega
Síntesis del romance «A la despedida de Cristo, nuestro bien, de su Madre Santísima», Rimas sacras (1614)