Enseres

Hachote Miércoles Santo

Los hachotes que ahora luce nuestra Semana Santa es la evolución de los antiguos hachotes que por medio de cables recibían la electricidad, obligando a los penitentes a guardar un orden. Éste se catalogó como una característica definitoria de los desfiles cartageneros junto con la luz y la flor.
Aún cuando los hachotes pudieron desprenderse de este cable y abastecerse por sí mismos, el orden y la disciplina se mantuvieron dentro de la fila de penitentes. Este rasgo fue impulsado también por la tradición militar que Cartagena aún mantiene.
Ligada a la evolución del hachote, la luz también ha sufrido una transformación. Tras la Guerra Civil se comenzó a usar hachotes estilizados que mediante bombillas a la vista iluminaban al penitente creando una iluminación directa sobre su vestuario. Estos hachotes comenzaron a transformarse en auténticas obras de arte y no sólo en elementos de iluminación y apoyo para los penitentes. Cargados de simbolismo e iconografía, la luz comenzó a difuminarse a favor de hachotes que con forma de capilla, superponían cada vez más el valor estético al funcional.
En la década de los años cincuenta se hicieron los hachotes eléctricos que, aún hoy en día, se procesionan. Están construidos en plata y bronce fundido, tiene como motivo principal tres leones alados dispuestos simétricamente y separados entre sí por medio de hojas. Las alas sirven de apoyo a una bombilla que se alza en forma de vela. Tras los leones, tres pequeñas bombillas de color rojo, matizan la iluminación superior proporcionando sensación de calidez. La caña del hachote es de acero totalmente lisa, desarrollándose a la altura de la mano un repujado con motivos vegetales para adornar un pequeño tramo de cuero que sirve de sujeción al penitente. Son obra de la casa Monterde, de Cartagena, que estuvo en la calle del Aire, justo donde ahora está el nuevo edificio comprado por la Cofradía California para su sede.
La belleza y monumentalidad de este hachote reside en la sencillez decorativa y la estilización que se acentúa por su reducido volumen. Se mantiene en la línea más austera y sencilla. Tiene un peso aproximado de cuatro kilos.
Fuente: Los Californios. Editado por la Cofradia California
Autora del texto: Dolores Agüera Olivo.

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

Nimbo del Cristo de Los Milagros de Jesús

 

Ficha Técnica
En cuanto al material:

La obra estará realizada en chapa de latón laminado de 6 mm de espesor y cincelada a mano con posterior baño de oro de 24 quilates.(Primero un baño de plata y después el baño de oro).
En cuanto al diseño:

El diseño actual es un nimbo de forma circular, que desde atrás rodea toda la cabeza de la imagen. La idea es destacar la luz de Cristo como símbolo de su naturaleza divina. Compuesto por un círculo central en el que ocho pequeñas hojas rodeadas de rocallas ondulantes, al más puro estilo rococó, sirven de base a unas flechas decoradas, que marcan los ejes del nimbo, y éstas a su vez, se unen por un conjunto de rayos, que alternan las formas rectas con las sinuosas.
Este nimbo, representa la naturaleza divina de Cristo en esta composición evangélica, no sólo porque usa el movimiento decorativo del rococó, al que tan acostumbrados estamos a ver en la Semana Santa cartagenera, sino también porque su tamaño no destaca en exceso, convirtiéndose en una continuación de la imagen más uniforme y acorde con el momento representado.

La empresa que llevó a efecto dicha obra fue “ORFEBRERÍA CASTILLEJA” sita en la ciudad de Sevilla. Es una empresa con cierta experiencia en este campo, pues se trata de la tercera generación de orfebres y como indican ellos mismos “somos un taller que está compuesto por orfebres con una larga experiencia profesional y totalmente cualificados, ello nos permite tener una gran capacidad de trabajo, ser muy competitivos en precio y a la vez mantener un riguroso control de la calidad en las obras que realizamos”.
En cuanto a Dimensiones:
Diámetro exterior 35 cm— Diámetro interior 11,6 cm

Información adicional ORFEBRERIA CASTILLEJA

Orfebre: María Brihuega Jimenez
Texto: Dolores Agüera Olivo