Malco (Málchos), forma griega de Malluch (es decir, consejero), nombre común en las lenguas semíticas y de especial interés por ser el del siervo judío a quien San Pedro le cortó la oreja. Todos los evangelistas describen el incidente (Mt. 26,51; Mc. 14,47; Lc. 22,50; Jn. 18,10), aunque sólo San Juan provee los nombres del sirviente y el discípulo y sólo San Lucas menciona la curación milagrosa de la herida.
Según el Cuarto Evangelio, Judas acompañado por una banda de soldados y sirvientes enviados por los sumos sacerdotes y fariseos, salieron de la ciudad para detener a Jesús. Luego del encuentro, cuando los soldados iban a tomar cautivo a Jesús, San Pedro desenvainó su espada y le cortó la oreja derecha a un sirviente del sumo sacerdote. Se puede concluir que Malco estaba en el grupo del partido hostil y que mostraba celo particular, pues San Pedro difícilmente lo habría señalado sin razón. Cristo le curó la herida de inmediato y aprovechó la ocasión para dar una lección de paz a sus seguidores.
Más tarde esa noche un sirviente, familiar de Malco, provocó la segunda negación de San Pedro (Juan 18,26-7). Puesto que sólo San Juan proporciona el nombre del sirviente, se puede concluir que él mismo era el discípulo conocido del sumo sacerdote (Juan 18,15). El silencio de los demás escritores sagrados respecto a la identidad de Pedro puede ser atribuido a razones de prudencia, pues en la época en que escribieron, los judíos podían haber castigado al discípulo, de haber conocido su nombre.
Fuente: Molloy, Joseph. «Malchus.» The Catholic Encyclopedia. Vol. 9. New York: Robert Appleton Company, 1910. 13 Dec. 2012
[…] Pero entre las fechas de infausto recuerdo, ninguna como la del 25 de Julio de 1936, que sumió a la Hermandad del Prendimiento en una sima, tan negra y profunda como imaginarse pueda, pues desde cualquier perspectiva es lamentable que el mismo pueblo que había levantado y sostenido la Cofradía durante tanto tiempo, fuera el que la hundiera hasta casi hacerla desaparecer. […] Por lo que respecta al Ósculo, fueron destruidas las imágenes de Salzillo, con la excepción del sayón caído, que se salvó gracias a que estaba, no en la capilla, sino encima del trono, en Villa Pílatos, entonces en las afueras de la ciudad, salvándose igualmente el trono. […]
Fuente: Ruiz Manteca, Rafael. “El Beso de Judas en la SemanaSanta de Cartagena” Cartagena 1989.